En unos días me mudo del piso en el que he estado poco más de un año. Aprovecho para echar vistazos rápidos pero intensos a través de la ventana del salón, he creado mucha vida observando desde ella. He vivido en un piso que, como un vigilante, observa desde lo más alto el resto de edificios y, cuando todo oscurece, puedo ver de cada uno de los edificios que me rodean. Veo con claridad aunque la noche sea cerrada y observo esos tejados de diferentes colores y materiales, detalles que cuando la luz se apaga, importan bastante poco.
Observo los tejados y pienso en Mary Poppins, no puedo evitarlo. Me imagino a personas adultas manchadas de hollín cantando y bailando al compás, ¡cuánta vida daría a la noche un puñado de adultos dando pasos de baile imposibles en tejados a dos aguas! Qué absurdo ¿verdad? Mejor así.

La verdad es que me viene bien un poco de fantasía, no lo voy a negar. La fantasía es necesaria, cuanto más jodidos estamos, más la necesitamos. Estoy convencida de que todos esos cómic de superhéroes, todas esas historias imposibles nacieron de la mano de personas que estaban viviendo malos momentos, y es que la fantasía es una puerta de escape que se presenta de mil formas diferentes.
Veo todos esos tejados y pienso qué me deparará el que será mi nuevo hogar. Un nuevo hogar con nuevas ventanas, rodeadas de muchas vidas que nunca conoceré y desde donde podré imaginarme historias infinitas con protagonistas inventados. Las ventanas y sus dueños son solo la excusa para imaginar, tal vez nunca piense en ellos; es posible que ellos no se percaten de mi existencia. Viviremos y dejaremos vivir, como ocurre habitualmente.
Cuanta palabrería para un cambio de casa. No me voy con pena, en ese sentido no soy nada sentimental, cierro una puerta con doble vuelta para abrir otra. Ya está. De tercero sin ascensor a quinto sin ascensor, siempre hacia arriba y qué culo más maravilloso se me va a poner con tanto subir escaleras.
Puede que esos días terminen por convertirse en un mes, quién sabe. Yo desde luego lo ignoro y, aunque el nerviosismo por la incertidumbre me mata, no puedo más que esperar a que todo salga bien, todo sea por tranquilizar un poco a mente que tan agitada está estos días.
Tengo ganas de saber qué veré desde mi ventana, quiero que pasen los días y pueda disfrutar del que será mi nuevo hogar, el de verdad, mío y de nadie más; quiero seguir con esta fantasía que me lleva a imaginar a Mary Poppins, prácticamente perfecta en todo, en nuestros tejados cantando y bailando al compás. Siempre al compás.
Sed buenos
Danae