Amor y convicción

Desde hace un par de semanas, doy un paseo por la tarde después de hacer ejercicio en casa -aquello de despertarme temprano para andar no tuvo el éxito esperado-. El teletrabajo tiene muchas cosas buenas, pero respirar aire fresco no es una de ellas.

Una de esas tardes me crucé con dos personas mayores y escuché lo que el hombre le decía a la mujer: «Si no es con amor, si no es con convicción, hasta el hierro se rompe». Temiendo que mis propios pensamientos borraran o tergiversaran esa frase, la repetí mentalmente una y otra vez como un mantra. Apenas media hora después, regresé a mi piso y la escribí.

Una vez a salvo en una hoja de papel pude reflexionar sobre ella. Lo malo que tiene el método de la repetición es que no se digiere ni se comprende. Ignoro de qué hablaba aquella pareja, puede que sobre Ucrania, puede que no; tal vez estuvieran conversando sobre alguna pareja que ellos conocían o simplemente del amor en general, quién sabe. Lo cierto es que ese puñado de palabras pueden aplicarse a cualquier ámbito.

No puede haber amor sin convicción, y la convicción sin amor puede ser peligrosa. Tal vez todo se reduzca a aquel «All you need is love» que cantaban The Beatles, pero debemos tener claro que nada nos va a hacer el camino más fácil ni va a eliminar los obstáculos ni mucho menos nos va a ahorrar el esfuerzo; lo que si harán es ayudarnos a no rendirnos, a pelear.

Pensemos en qué pasaría si no incluyésemos esos ingredientes en nuestra vida. Dejaríamos un rastro de actividades sin concluir, no creeríamos en nada, tampoco mantendríamos relaciones profundas con nadie. Nos dedicaríamos a existir, punto. Por supuesto, siempre existen situaciones en los que nos sentimos como adolescentes que son obligados a acudir a una fiesta infantil un sábado por la tarde, pero no hablo de eso. Hablo de todo lo demás.

Por cada obligación, deberían existir tres cosas que nos entusiasmen. Actividades con las que perdamos la noción del tiempo, no porque sean fáciles sino porque nos hace felices. Y todo eso es precisamente lo que nos debería ayudar a desechar, en la medida en que nos sea posible, lo que no queremos.

El amor, la convicción, la pasión que ponemos en lo que hacemos y somos, la forma en que cuidamos lo que tenemos, la defensa y el respeto a nuestros valores es lo que nos hace fuertes frente a todo lo demás; es lo que nos hace continuar en caso de duda.

Puede que todo esto sea lo que muchos llaman fe. Fe en las personas que queremos, fe en lo que hacemos, en lo que queremos ser y en nuestros valores.

Danae