Vengo a hablar de un tema que no es habitual que salga en el blog y del que además no tengo mucha idea: la basura espacial. No suelo tocar de temas que no controlo porque tiendo a meter la pata, pero esta vez he decidido hacer una excepción porque ya que he leído varios artículos relacionados con el tema, me parecía que valía la pena intentarlo.
En pleno apogeo de la consciencia medioambiental, se cuelan de forma tímida y temerosa un puñado de textos que hablan de lo sucio que está el espacio. No es algo raro que con tanto cohete, satélite y demás estemos dejando el espacio hecho un asco y, para colmo, como no lo vemos, el corazón no lo siente tan fuerte.
No es un tema nuevo. Ya de niña escuchaba todo eso de la chatarra espacial pero yo lo veía como algo raro y de ciencia ficción aunque, en realidad, de ficción tenía poco. Y después de tantos años seguimos igual, y ahora están todos acojonados porque, al igual que con la contaminación terrenal, la espacial también nos la hemos pasado por el forro.
Seamos sinceros: somos unos cochinos y punto. La mierda se nos ha acumulado sin que hayamos movido un dedo para evitarlo. ¿Qué podemos hacer ahora al respecto? Pues ahí está la NASA, la ESA y la de más allá rebanándose los sesos para solucionar el problema, al tiempo que nos advierten de la cantidad de porquería espacial que hay ahí fuera como si ellos no tuvieran culpa alguna.

Así que la ESA habla de instalar en la Estación Óptica Terrestre del Teide un telescopio láser para seguir toda esa porquería espacial y luego, si todo va bien, pues a lo mejor se animan y construyen un cañón que permita destruir los fragmentos más peligrosos como, por ejemplo, aquellos que puedan dañar un satélite, que la vida está muy cara como para ir arreglando abolladuras espaciales.
Os preguntaréis que hace una chica como yo hablando de un tema como este. Yo también. No tengo ni idea de lo que sucede en el espacio, apenas sé lo que ocurre en mi entorno, solo sé que hay basura campando a sus anchas. Últimamente solo se habla de eso y la espacial ya sí que se escapa a mi entendimiento. Aquí ya no se trata de reducir plásticos y moverse en bicicleta, esto va más allá y parece que la futura limpieza del más allá depende de un láser.
Buscamos avanzar y para ello se experimenta, se inventa, se innova… pero no sé cómo nos lo montamos que siempre se nos olvidan los daños colaterales, entre ellos la contaminación. Vamos, que cada vez que avanzamos lo ensuciamos todo a nuestro paso, será que no nos gusta barrer.
Tenemos demasiados frentes que atacar o que defender, no lo tengo claro. Hemos sido, somos y seremos atacantes y defensores: los «nosotros» del pasado hicieron cosas que los del presente debemos arreglar y mejorar para que, más adelante, nuestros futuros tengan que hacer lo propio con nuestras meteduras de pata. Es una rueda que no para de girar. Mientras tanto, todo sucio.
Sed buenos
Danae