Brindemos alto y claro

El 2020 se termina para alivio de la gran mayoría. Algunas publicaciones han bautizado el 2020 como el año maldito, otras como el año perdido. Ha sido un año jodido, de eso no cabe duda, y aunque algunos digan que merece ser olvidado, creo que deberíamos hacer precisamente lo contrario: recordarlo. Es la única forma de aprender. De lo malo se aprende, de lo bueno se disfruta. Lo de siempre. Lo que siempre olvidamos.

Como cada final de año, es necesario hacer un balance. Lo bueno. Lo malo. Y cuando hayamos terminado y, por si no estuviéramos seguros de que hay cosas dignas de recordar, hagamos una recopilación de nuestros momentos favoritos que nos ayude a entender por qué no deberíamos llamar a este año raro, el año perdido.

Redactemos una lista con cada canción que hemos descubierto y bailado, con las personas con las que hemos retomado el contacto, con las velas cuyo olor nos ha relajado, con los libros leídos, con las series que nos han entretenido. Una recopilación que incluya las risas, las conversaciones de horas que duraron un suspiro y con las recetas que hemos aprendido a cocinar.

Hagamos una lista con todo aquello que hasta este año ni siquiera habíamos tenido en cuenta, e incluyamos todas aquellas cosas que no hubiéramos hecho de no habernos encontrado en la situación actual. Yo he leído más en seis meses que en los dos últimos años, he descubierto nuevas canciones que me han llevado a bailar tan mal como solo yo soy capaz de hacer, he dejado que el sol tostara mi piel en la cocina de mi casa y he observado cómo el viento empujaba las nubes a través del cielo azul como si fuera algo extraordinario. Lo es. Lo ordinario es extraordinario. Grabémonoslo a fuego.

No dejemos que llamen al 2020 el año perdido, sino el año en el que aprendimos algo. El año en el que aprendimos a mirar con otros ojos la vida, a no darla por sentada; el año en el que aprendimos a valorar y a agradecer porque todo se puede ir a la mierda en un segundo. No dejemos que este año tan duro sea un año perdido, no borremos la esperanza, el trabajo de tantos, no los dejemos atrás.

Brindemos alto y claro. Por nosotros, por nuestra salud, por quienes están y por los que se fueron, por aquellos momentos que nos han salvado de los días grises, por aquellas personas que nos salvaron a secas; brindemos por esta vida que no es eterna y por cada segundo en los que estuvimos en paz.

Danae