Café y tostadas

Todos los domingos me preparo tortitas para desayunar. Nada complicado. Plátano, avena, bebida de avena y sirope de ágave. Hoy no tenía todos los ingredientes, así que me he preparado café con tostadas. Tostadas con margarina para ser más exacta.

Bebo un trago de mi taza de café. Solo. Sin azúcar. Sin leche. Solo café. Doy un mordisco a mi tostada. Las migas del pan crujiente se cuelan por dentro de mi camiseta. Como de costumbre, tengo los pies sobre el alféizar y un libro sobre los muslos al que no hago todo el caso que debiera. Me dedico a pensar. Pienso en el silencio de aquellas personas que apuran sus últimos minutos de sueño, en quienes aprovechan el domingo por la mañana para limpiar… Pienso en un amigo mío. Estuve con él el otro día. Nos contamos nuestras vidas. Nos pusimos al día.  Hacía seis meses que no nos veíamos.

Nos ponemos al día. Yo le cuento. Él me cuenta. Me informa de que trabaja en la misma empresa de antes, pero en otro departamento. Me explica con detalles lo que hace y descubro que su vida era la que yo deseaba tener cuando estudiaba la carrera. Vivir en una gran ciudad, ir de aquí para allá, tratar con clientes importantes… Esa era la vida que yo buscaba. Nunca he estado cerca de ella. No puedo decir que fuera mi sueño, simplemente era lo que quería. No indagué más allá.

London Boulevard
London Boulevard

Descubro con treinta y tantos que la vida que deseaba queda muy lejos de la que tengo ahora. No tengo muy claro si hubiera sido feliz en ella. A veces queremos conseguir un ideal que no encaja con lo que somos. Por experiencia sé que no hay que hacer caso de los ideales, una cosa es lo que tenemos en la cabeza y otra la realidad. No suelen coincidir.

Pienso en mi amigo y me veo escuchándole con una sonrisa. Sonrío. Por él. Por mí. Vuelvo a mi café y mis tostadas. A los pies en el alféizar y al libro ignorado.  Pienso en cómo cambian las prioridades, los objetivos, la vida. Lo que me hubiera gustado ser, lo que quiero ser. Ahora. En este momento en que la cafeína corre por mis venas.

He aprendido a valorar. Mis palabras. Mis momentos a solas. Mis desayunos. He cambiado las prioridades sin darme cuenta de ello. He cumplido años creyendo que me había estancado, ignorando los pequeños pasos. Los que me han traído hasta donde estoy ahora. Lo que dan de sí un café con tostadas.

Danae