Internet está lleno cartas de personas que escriben a su yo del pasado. Es normal, uno echa la vista atrás y piensa la de sufrimiento que se habría ahorrado de saber lo que sabe ahora. La vida no funciona así, claro. Creemos que lo tenemos todo controlado, que lo sabemos todo, pero lo cierto es que vamos a ciegas; y de todo eso, uno solo se da cuenta cuando observa las huellas que ha dejado atrás.
Como persona que ha vivido muchos años estancada en lo que fue y como persona decidida a exprimir lo que es, me pregunto si no haríamos mejor en escribir una carta a nuestro yo del presente, a ese que vemos reflejado todas las mañanas en el espejo del baño, ese que a veces se siente desorientado.
Si lo hiciéramos, si nos escribiéramos una carta ahora, deberíamos preguntarnos qué necesitamos escuchar. No lo que queremos sino lo que necesitamos, y es importante hacerlo porque nadie nos conoce mejor que nosotros y porque somos los primeros con quienes deberíamos ser sinceros, incluso si la verdad duele.
En esa carta deberíamos decirnos que movamos el culo, que llevamos demasiado tiempo diciendo lo que queremos hacer y cero segundos dedicados a llevarlo a cabo y luego vienen las quejas, claro.
Tendremos que repetirnos que rendirnos solo nos lleva a aquel principio del que quisimos huir, y que si los resultados no son los esperados sigamos intentándolo o busquemos otro camino o lo que sea, pero que evitemos a toda costa caer en la rendición o en la autocompasión.
Recordarnos también que no pasa nada si un día no tenemos ganas de nada porque la vida nos ha dejado para el arrastre y preferimos refugiarnos bajo la manta, no porque lo demos todo por perdido sino porque necesitamos coger fuerzas.
Ser sinceros con nosotros mismos, desnudarnos el alma que tan desconectada está de nosotros y aceptarnos, no para conformarnos sino para mejorar. Y escribámonos en mayúscula y en negrita si es necesario que seamos agradecidos para evitar dar por sentado lo que en realidad nunca lo es. Y repitámonos cien veces que tenemos que disfrutar más del ahora porque la incertidumbre, la falta de control y las preocupaciones hace que lo olvidemos, el disfrutar y el ahora.
Así que tal vez debamos dejar a nuestro yo del pasado tranquilo y centrarnos en nuestro yo del presente, en esa imagen en el espejo de nuestro baño y le dejemos las cosas claras, sin reproches y desde la comprensión. Démosle(nos) la mano y lo que necesite para que mañana no tenga que escribir ninguna carta a su yo pasado.
Danae