A veces nos cuesta admitirlo, pero del dolor también puede salir algo nuevo, bonito, diferente. Siempre diferente. Del dolor también nacen plantas que dan sus frutos y que emanan una fragancia que nos hace sentir un poco mejor con nosotros mismos.
Del dolor, de los gritos, de esa punzada en el pecho, de la tristeza más profunda también nace algo bello. Hay que verlo. No siempre somos capaces de hacerlo, no es fácil porque el dolor nos ciega, el odio nos ciega, la autocompasión nos ciega.
Del dolor nacen cicatrices, de las cicatrices nacen las lecciones de vida. No me fío de nadie que no tenga cicatrices. En su cuerpo. En su alma. Esas heridas que tardaron en curarse y cuya marca nos recuerda quienes somos, quiénes éramos. Un antes. Un después. Debe haberlo, si no vaya pérdida de tiempo, de cicatrices, de vida.
Todo palabras. Lo sé. Todo muy poético, pero es que las mejores poesías son las más desgarradoras, las que nacen del dolor más profundo, las que provienen de esa herida que aún no se ha curado. Escuchemos las historias que hay detrás de las cicatrices. Reflexionemos sobre ellas.
Aprendamos de las palabras más duras, de las enfermedades, de la muerte, de las caídas, de las hostias que nos dan, de los enfados, de las pérdidas repentinas, de las despedidas… Aprendamos de las cicatrices, no nos avergoncemos de las tiritas que cubre nuestro cuerpo. Por fuera. Por dentro. Solo aprendamos.
Si tienes cicatrices es porque estás vivo. Si estás vivo vas a sufrir. Eso tenlo claro. El número de cicatrices aumentará, peor sería estar muerto, sin cicatrices, sin avanzar, sin aprender. Las cicatrices son nuestra prueba de vida.
Vivir es un verbo que nos cuesta entender, ejecutar. La vida es jodida, complicada, nos acaricia, nos abraza y nos estampa contra el suelo. Eso nos despista. La vida hay que trabajarla y vivirla que no es fácil, porque no sabemos cómo hacerlo. No hay manual de instrucciones. Hay intuición, ensayo y error, a saber cuántas cosas más. Y durante el camino la vida nos provoca heridas. Y las heridas, cicatrices que nos acompañarán hasta el final. Es el precio que tenemos que pagar. Si somos listos las cicatrices nos harán crecer y aprenderemos de ellas, de las situaciones, de la vida.
La vida es. Siempre será. Las cicatrices no van a desaparecer, están ahí. Usémoslas a nuestro favor.
Sed buenos
Danae