Colas, compras y más colas

Hoy he visto unas fotos de la apertura de la nueva tienda que Primark abrió hace unos días en Sevilla.: una multitud bien juntita, sonriente, oliendo el sobaquillo del vecino y con ganas de abalanzarse sobre cualquier prenda. Esto no pasaría con la apertura de tiendas Pepi, pero  Primark es mucho Primark. Y se ha liado tanto como cuando la misma marca abrió la gigantesca tienda en Gran Vía hace unos años o como cuando Apple saca un nuevo chisme de los suyos. Al final se trata de lo mismo: colas interminables de personas que quieren comprar algo, a veces sin saber exactamente el qué.

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Confesiones de una compradora compulsiva

¿Qué lleva a centenares de personas a hacer cola para comprar? Es puro consumismo, pero eso no es lo que importa, pueden hacer lo ídem desde su casa gracias al milagro de  Internet; sin embargo, se comen horas de espera para ser los primeros en comprar. ¿Por qué esta gente tiene tanto interés por ser los primeros en ir allí? Me cuesta entenderlo y tampoco ayuda la imagen que se forma en mi mente de  los dueños de estos imperios con su puro humeante en la boca, bebiendo coñac desde su sillón de 4.000 euros y sonriendo al ver a toda esa gente corriendo en estampida para comprar pantalones a diez euros.

Claro que no soy muy objetiva: no soy fan de las grandes aglomeraciones porque me agobia la gente, no tengo paciencia porque creo que mi tiempo vale más que para estar en una cola -llamadme rara, pero tengo la misma sensación en la sala de espera del dentista-, si veo más de cuatro personas esperando para pagar me voy y, para mayor recochineo, no encajo en el perfil de compradora de Primark o similares. Además, veo estas estampas y pienso en mi madre, en que si me viera haciendo eso me soltaría un «yo no te he educado así» con mirada de desaprobación para después yo regresar a mi casa con un montón de bolsas de ropa barata triste, cabizbaja y arrastrando los pies, porque mi madre no me ha educado así.  No, no sirvo para estas cosas.

Resumiendo, que cada uno puede gastar su dinero como le plazca -faltaría más-, esperar las horas que le dé la gana para comprar -me da igual ropa, que móviles, que un corte de pelo-, es su vida, sus elecciones, no me importa; sin embargo, no comprendo qué les mueve  a esperar horas en una cola solo por el hecho de ser los primeros en entrar y comprar. No lo entiendo y a mí me gusta entender y, como me gusta entender pero no entiendo, reflexiono y pregunto a ver si así me entero de algo. Así que si alguien me lo quiere explicar, pues yo encantada de entender.

Sed buenos
Danae