Comer hasta reventar

Cuando se acercan las fechas navideñas siempre hay algo que me impulsa a escribir sobre ellas. ¿Qué ocurre en Navidad? Compras, comida y arreglarse. Que, si nos fijamos, es lo mismo que pasa durante todo el año solo que añadiendo el «en Navidad»:

  • Cómo adelgazar (en Navidad)
  • Cómo ponerte en forma (en Navidad)
  • Como lidiar con tu familia (en Navidad)
  • Cómo estar divina en 5 minutos (en Navidad)

Dentro de unos meses, leeremos lo mismo para Semana Santa, para los puentes, para verano y así hasta volver de nuevo al mismo punto en el que estamos ahora. En realidad, no somos muy originales.

La comida es la principal «preocupación» por la mayoría. Unos porque no saben qué preparar, porque hay que cocinar algo especial pero no se tiene ni idea; para otros, porque con tanta comida uno tiene miedo de explotar como si fuera una palomita. Pero resulta que somos unos gordos, nos encanta comer, lo que no nos gusta tanto son sus consecuencias y es que Navidad es como un «todo incluido» con la excusa de que solo es una vez y de que con la excusa de que son platos que «no comemos en el resto del año» nos da por engullir como patos.

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Oscar Wilde dijo que la mejor manera de librarse de una tentación es caer en ella. Estoy segura de que eso lo dijo mientras engullía a dos carrillos una tableta Suchard. El frío, esa sensación hogareña, el sofá, la manta… todo parece ideado para ponernos finos a turrón y chocolate caliente.

Como ya nos conocen, una vez más nos aconsejan una serie de pautas para no inflarse como un globo, consejos que nos solemos pasar por el forro porque, como he dicho, nos encanta comer y queremos honrar a Wilde cayendo en la tentación hasta reventar.

Todo esto ha venido porque he echado un vistazo así por encima a un artículo que hablaba sobre el ayuno intermitente. Yo eso es algo que me cuesta mucho entender, no porque me resulte perjudicial, no tengo ni idea al respecto, pero una servidora que es incapaz de salir de casa sin desayunar como para probar sobrevivir a base de zumos. No, eso no es para mí. Seguro que más de uno lo probará después de las comilonas navideñas, no hay nada mejor que darle un descanso a nuestras mandíbulas.

Comáis lo que comáis… disfrutemos queridos, disfrutemos siempre, saboreemos como si no hubiera un mañana, que nunca se sabe.

Sed buenos

Danae

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