Controlar lo incontrolable

Pienso, luego me cabreo. Me cabreo mucho. Últimamente a unos niveles nada sanos para mi salud. Hoy he salido a dar una vuelta con mi madre y hemos terminado tomando algo en un bar. Elegimos una terraza sin gente, pedimos y como Murphy está en todas partes, al cabo de un rato se ponen en la mesa de al lado un grupito de señoras con unas cervezas de más y unas neuronas de menos. Sin mascarilla, sin sentido común y con unos pulmones estupendos a juzgar por el volumen de sus voces. Sí, podía haberles dicho algo, por supuesto, pero decir o insinuar a un grupo de personas borrachas que por favor dejen de hacer el imbécil,  no suele acabar bien.

Cuando terminamos, voy a pagar a la barra. En ella está una de ellas pidiendo otra ronda y algo «para empapar», y al cabo de unos segundos aparece una de sus amiguis y se coloca a mi derecha. Se ponen a hablar al mismo grito pelado que en la calle. Yo en medio, claro. La de mi derecha pide cambio al camarero – sí, obviamente se ha colado- y siente la necesidad de compartir con el mundo un «ay que me hago pipí», cuarenta y tantos y se hace pipí. Por sus dotes lingüísticas intuyo que debe de ser profesora o poeta. Tengo dudas.

Pago. Nos vamos. Yo cabreada. No sé tratar la imbecilidad, menos aún ahora. Caminamos, hablamos. Me voy a casa. Me ducho. Abro el portátil y antes de escribir estas líneas decido ver un poco qué pasa en el mundo. Pasa que es imbécil, como la del pipí. Leo que en Estados Unidos hay infectados del covid que celebran fiestas. Que así se contagian y se inmunizan, dicen. Y obviamente la gente va porque nada puede salir mal.  El mundo no gana para tanto intelectual.

Sigo indagando. Al parecer, en la Universidad de Alabama los estudiantes organizan fiestas covid «el primero que lo pille gana». Para que luego digan que la universidad no sirve para nada. Los españoles mejor callar. En Mallorca se celebran fiestas multitudinarias sin permiso, pero con muchas ganas de pasarlo bien, que al final es lo que cuenta.

¿Qué hacemos ante semejante panorama? La responsabilidad individual brilla por su ausencia. La mala actuación de uno puede afectar a otro que sí lo está haciendo bien. ¿Cómo controlar lo incontrolable? Para el virus encontrarán la vacuna, para la estupidez humana no.
Tendré que dejar de ir de bares, por salud. Hay que joderse, pero la salud es lo primero porque la estupidez tiene las de ganar.
Danae