Conversaciones de bar

No sé qué tienen los bares que nos hacen sentir tan bien. Parece que estar rodeados de desconocidos nos hace sentir más cómodos. Las conversaciones a media tarde que se extienden hasta la noche en la mesa de un bar, con las bebidas frías y el corazón caliente.

Conversaciones absurdas, profundas, fantasiosas, llenas de preocupación, alegres, distendidas que convierten las horas en segundos o que esconden listas de deseos que queremos cumplir.

Últimamente quedo mucho con un amigo cuya conversación de bar se centra en el amor. No hemos llegado a ninguna conclusión, porque no hay nada que concluir. No sé si lo que sale de nuestra boca puede llamarse hablar de amor, pero qué más da. En una de esas ocasiones le comenté que en otra conversación de bar me sugirieron abrir una cuenta de Tinder, que con el trabajo y demás actividades no hay tiempo para ligar y conocer gente. Tienen razón, pero con la misma rapidez que dí la razón, negué con la cabeza. Me parece muy bien que la gente se cree perfiles en este tipo de redes sociales, pero mi timidez y mi forma de pensar me impide hacerlo. Soy más del cara a cara, sin likes ni me gusta, un «a ver qué pasa» que son la comidilla de la siguiente conversación de bar. Pero cuando uno se niega a caer en las redes de Tinder o de cualquier otra app del estilo, siempre hay alguien que te suelta un  Oye que yo conozco a una amiga que conoció a un chico por Tinder y ahora se van a casar. Resulta que todo el mundo conoce a una amiga/o que conoció a su actual pareja en Tinder. Tengo la sospecha de que se trata de la misma persona.

A ese amigo con el que hablo de amor sin ser amor, le comenté que en otra conversación de bar en la que ni siquiera estaba yo presente, la amiga de una amiga mía al enterarse de que esta tenía una amiga vegana (o sea yo), le comentó que tenía un amigo que también lo era. Mi amiga le explicó que ser veganos no garantizaba que nos cayéramos bien. Ahí quedó la cosa y yo me ahorré una cita a ciegas.

En una de esas conversaciones de amor sin ser de amor, le comenté a mi amigo que no me importaría vivir una historia de amor digna de comedia romántica, de esas que protagonizaba Meg Ryan o Sandra Bullock allá por los 90. Historias que comienzan con dificultades, histerismo por parte de la protagonista y terminan con final feliz. Un amor simplista y mucho enredo, como toda comedia romántica. Y es que cuando uno está soltero a veces fantasea con una historia de amor de esas de ver con palomitas y pañuelo en mano que, en realidad son  absurdas, pero no están mal para un domingo por la tarde.

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Cuando Harry encontró a Sally


En las conversaciones de bar en las que hablamos de amor, nos quejamos de lo mucho que parece poner nerviosa a la gente eso de la soltería: hay quienes quieren verte emparejada, quienes no entienden que uno no tenga eso de la pareja como un punto importante en su vida y quienes te consuelan con un «bueno, mujer ya lo encontrarás», aunque ni hayas pedido consuelo ni lo necesites.
Las conversaciones de bar sirven para solucionar el mundo, para hablar de amores ficticios, de personas que no saben de tu existencia, del amor y de lo que se parece pero en realidad no lo es. Las conversaciones de bar son como una bebida caliente en los días fríos, reconfortantes. Así de fácil.
Sed buenos
Danae

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