Cuando los grandes tropiezan

Repasando algunos textos que tenía guardados, me he encontrado con uno que escribí hace dos años y que esperaba pacientemente en la sala de borradores. Lo he leído y lo he querido compartir con vosotros. El momento en el que lo escribí hace tiempo que se convirtió en pasado, y el contexto puede que esté algo desdibujado en nuestra memoria pero creo que merece la pena ser compartido:

Me gusta ver a la gente fallar. Así de claro os lo digo. Más allá de la perfección, de los objetivos, de la imagen que se quiere dar,  la gente falla. Nos guste o no. Fallamos. Tú, yo y el de más allá. Todos fallamos.

Con esto no quiero decir que me guste que la gente fracase, que una cruel no es; me refiero a pequeños fallos, esos que nos deja un poco con el culo aire y hace que la gente diga ¡Oh Dios santo, si es humana!

Todo esto del fallo viene porque, mientras escuchaba a Patti Smith, he recordado su lapsus en los Nobel, cuando se olvidó de la letra de la canción que estaba cantando. Lo comenté con un amigo y le dije que me parecía genial: estaba nerviosa y la cagó, no pasaba más. Sin embargo, él no opinaba lo mismo. Él también pensó que fue una cagada, pero lo que para mí era una señal de humanidad, para él era una falta de profesionalidad ¿una cantante que se le olvida la letra en pleno concierto? MAL.

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Patti Smith

Está mal que a un conferenciante se le trabe la lengua, que una persona se exprese mal y no se le entienda; está mal que un cantante falle, que a un escritor se le olvide una coma, que a un cocinero se le queme la tortilla…Está mal. Son profesionales. Somos profesionales, no podemos permitirnos fallar, porque eso demuestra que no lo somos tanto. La putada de todo esto es que somos humanos, y eso se nos olvida muy a menudo. Todos sabemos que de las cagadas se aprenden pero nos encanta señalar con el dedo a quien la pifia.

No importan las personas, lo que importa es el fallo. No hay paz para los que fallamos y menos ahora que siempre hay una cámara grabando.  Irán a por nosotros, porque  no está permitido tener un traspiés, alguien se encargará de señalarte con el dedo. 

Me gusta ver a la gente equivocarse porque en ese instante todos somos iguales. Me gusta ver a quienes considero mis ídolos confundirse, ponerse nerviosos, quedarse en blanco, lo que sea; les aporta esa puñetera humanidad que nos empeñamos en eliminar.

La vergüenza del fallo, cómo no nos permitimos caer, cómo lapidamos a quienes meten la pata, cómo nos gusta llenar la hoguera de supuestos herejes que no son más que humanos. Todo esto salió porque hace dos años mi querida Patti se quedó en blanco en los Premios Nobel y me gustó sentir que es un poquito como yo.
Sed buenos
Danae

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