Cuatro años

Se está convirtiendo en una costumbre esto de escribir cada año por el aniversario del blog. Hay quien prefiere celebrarlo cada lustro y hay quien es ambicioso y espera a que pase un mayor período de tiempo para celebrarlo a lo grande. Yo no. Ya que WordPress se toma la molestia de felicitarme – lo cual me viene bien para enterarme de mi propio cumpleaños bloguero-, me parece feo no mencionarlo. Esa es solo una razón, la otra es que me parece estupendo poder celebrar algo así, de hecho que estoy en la obligación de hacerlo, porque este tipo de acontecimientos son un bonito recuerdo que guardar.

Se me hace difícil superar la entrada de mi tercer aniversario – porque, aunque esté mal visto que lo diga yo, es estupenda- Creo que lo dije todo. Lo que escribí en ese momento lo sigo sintiendo ahora.

En este último año, me han comentado que mis escritos son cada vez más profundos y serios, que he dejado de lado ese faceta sarcástica y que me he tirado de cabeza a la reflexión sin red de seguridad. Puede ser. He sido consciente de problemas que ignoraba, he vivido situaciones complicadas y conocido a personas que hubiera preferido evitar. Eso también me ha permitido conocerme mejor -no todo va a ser malo- y ¡vaya si me he conocido! Sigo en ello. Pero las hostias duelen y cuando me levanto de las caídas lo más dignamente posible, el escozor sigue ahí, recordándome que aún hay mucho por lo que luchar. Aunque soy de esas personas que creen que todo es susceptible de celebración – no vayamos ahora a rechazar unas cervezas-, también soy de las que  piensan que no hay que olvidarse de lo jodido que está el mundo. Una de cal y otra de arena.

Así que si me he vuelto más seria, si he preferido optar por la reflexión he de confesaros que no ha sido realmente una elección, sino la consecuencia natural de una serie de vivencias. O lo que viene a ser lo mismo: escribo así porque me sale y punto. Sigo siendo la misma pero diferente y, dentro de un tiempo, estoy segura que leeréis a una nueva versión de mí.

Os agradezco a todos los que me habéis leído en alguna ocasión. No necesito lectores habituales que me leen porque sí, sino lectores que vivan mis entradas como yo las escribo: con emoción. A aquellos que me siguen desde el principio y aún así les gusta lo que leen, qué queréis que os diga: GRACIAS. Eso es que algo estoy haciendo bien.

Mi miedo más profundo es que alguien entre en el blog y se muestre indiferente. No, por favor. Largaos antes de que eso ocurra. Que no os guste, que os revuelva las tripas pero no quiero lectores que pasen por aquí sin pena ni gloria. Este es un blog modesto pero busca emocionar, avivar algún que otro sentimiento adormilado.

Aquí hemos venido a vivir amigos. Y nada mejor que un puñado de letras que nos acompañen en la aventura.

No quiero extenderme más porque, releyendo la ya mencionada entrada del tercer aniversario, sé que poco más puedo añadir. Como ya dije hace un año, vine aquí a escribir  de todo y a pesar de todo. Y eso es lo que estoy haciendo. Lo mejor que sé. A mí manera.

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Queridos míos, gracias por estar aquí conmigo, con la loca que pone muchas comas y pocos puntos y finales, porque los temas pueden durar eternamente.

Sed buenos
Danae