El otro día encontré en la revista para hombres ICON de El País, un *artículo que trata acerca de las diez dedicatorias más memorables de la historia del libro. De este tipo de listas no suelo hacer demasiado caso, porque estoy convencida de que, en este caso, hay muchas más dedicatorias para recordar. Sin embargo, en esa lista estaba incluida una de Neil Gaiman en “Los chicos de Anansi” que no sólo me ha conquistado sino que, es uno de esos fragmentos/frases que piensas «ojalá lo hubiera escrito yo». Reconozco que ni he leído el libro, ni sé de qué va y que apenas me suena el autor – y sé que por esto alguno querrá asesinarme con un cuchillo de mantequilla al tiempo que busca el ojo que se le ha caído al leer esto-, pero a pesar de eso – o precisamente por eso mismo- he decidido compartirlo con vosotros:
«Ya sabes cómo funciona esto. Coges un libro, saltas a la dedicatoria y descubres que, una vez más, el autor ha dedicado su libro a alguien que no eres tú. No será así esta vez.
Porque no nos hemos encontrado todavía, no hemos tenido ocasión de echarnos una mirada, no estamos locos el uno por el otro, no es tampoco que no nos hayamos visto en mucho tiempo, ni que estemos relacionados de algún modo, quizás jamás nos veremos, pero, confío en que, a pesar de todo ello, pensamos mucho el uno en el otro.
Este es para ti.
Con lo que probablemente ya sabes por qué.
Sed buenos
Danae.
*Os dejo el enlace del artículo por si queréis leer el resto de dedicatorias: http://elpais.com/elpais/2014/07/14/icon/1405338138_705197.html