Día de colada

Es curioso lo que hace el Sol. Desde mi ventana puedo ver los balcones con sus respectivos colgadores con la ropa recién tendida. Cuando en el Norte hace sol pasan dos cosas: es día de colada – no importa el día de la semana que sea- y de irse a una terraza a tomar algo.  En días soleados, la ropa y las personas somos como los caracoles, nos vamos al sol.

He de decir que para mí no hay mejor sensación que la de recorrer una calle en donde la ropa cuelga de las cuerdas y de ellas emana un olor a limpio que una servidora no se cansa de oler. Es una sensación que me lleva a la infancia, a cuando mi madre me tapaba con las sábanas recién cambiadas y el olor a limpio me mecía hasta quedarme dormida. Es una sensación parecida a la que vivo cada vez que me meto en la cama con las sábanas limpias, pero qué le voy a hacer, cuando lo hace una madre siempre parece mejor ¿verdad?

Ludo Catti
Ludo Catti

Claro que, en días como hoy, en los que el sol hace acto de presencia, el ambiente también huele a filete empanado, el elegido por la mayoría de las familias como alimento para un día de playa. A veces lo acompaña el pimiento, pero claro eso ya es cuestión de gustos. Así que tenemos olor a limpio y a carne empanada. También a rabas y a gambas a la plancha, porque en los días soleados la gente solo parece comer rabas y gambas a la plancha, a veces también patatas bravas, pero eso ya depende de la zona.  Los habrá que piensen que el verano también huele a alcantarilla y a basura, el calor es lo que tiene: saca lo peor de cada uno, y la calle no es una excepción. Pero hoy resulta que una servidora, para variar, prefiere ver lo bueno de lo cotidiano. Y no hay nada más cotidiano que la colada ni nada más bonito, a mi parecer, que una calle con la ropa secándose al sol, convirtiendo una zona de paso normal y corriente en una mezcla de colores imposibles aromatizada con una fragancia de esas que te suaviza el humor en un día duro.

Sed buenos
Danae