Me he pasado un buen rato pensando sobre qué escribir. Hay cantidad de temas, hay mucho que contar pero hoy me he levantado con la sensación de que es todo lo mismo, que forman parte de una misma cosa, un algo disfrazado de otro algo que, en realidad, es lo mismo y que termina por disfrazarse de otro algo y así hasta que nos aburramos. Un lío, vaya.
Así que me he puesto a mirar el cielo. Está atardeciendo así que no es difícil mantener la vista puesta en él. Esas líneas de nubes de distintos colores, naranjas, rojizos, azules, amarillos… una bonita estampa que me mantiene entretenida.
Observo el cielo y noto esa paz rara que solo te da los domingos, una sensación de tranquilidad inquieta. Es extraño. Es domingo y quien sabe lo que le pasa a uno por la cabeza cuando todo parece estar en pausa.
Los domingos son raros. Los dedicamos a lo que nos da la gana, porque el tiempo parece que transcurre más lento, como si el reloj quisiera alargar nuestro fin de semana un poco más, pero no hay mucho que podamos hacer al respecto.

El cielo se ha convertido en un manto oscuro, un vacío sin límites. Eso quiere decir que estoy tardando demasiado en escribir estas líneas. Estoy un poco atascada, para qué mentir. Me salen las palabras con facilidad pero no consigo darles un sentido. No sé si eso realmente puede importar.
La noche se ilumina con las luces de las farolas y de las ventanas de quienes como yo, prefieren pasar la tarde en casa. ¡Ah y de las luces de Navidad! Claro, ahora en invierno anochece antes pero las luces de Navidad hacen su aparición estelar y parece que la oscuridad es menos oscura solo por ser Navidad. Una gilipollez. Puede ser. Pero es bonito. Es bonito y raro. Navidad a principios de diciembre. Luego cuando todo termina nos queda una sensación rara, como de domingo ¿verdad? Un ambiente festivo que termina para luego volver a lo de siempre.
No tengo muy claro cómo terminar este texto que no es más que un puñado de frases que yo he unido sin saber muy bien cómo ni porqué. Es domingo y el tiempo parece ralentizarse sin llegar a estancarse del todo. Pero eso tampoco es algo en lo que merezca la pena pensar demasiado.
Sed buenos
Danae