El mundo que necesitamos

Siempre se ha mirado mal a quienes sueñan despiertos, en el colegio decían que estábamos en la inopia, de adolescentes empanados y de adultos… a saber.

Soñar despiertos es para muchos la única opción para descansar de la realidad. Construir mundos paralelos al nuestro en donde somos más valientes, más superhéroes y más de todo, es un medio como cualquier otro para desconectar de lo que nos rodea.

Ser soñador es vocacional, uno no decide soñar despierto, no decide crear historias imposibles en su cabeza, simplemente lo hace porque no sabe no hacerlo. Con toda esta situación que estamos viviendo es urgente dejar libre a esa cosa llamada imaginación, que más que cosa es, en realidad, un ente con alma propia. Los deseos para este año se han quedado pequeños y necesitamos algo más que nos lleve lejos de cualquier parte.

Ese algo más son los sueños, porque soñar implica hacer planes imposibles que nunca se llevarán a cabo, por el puro placer de diseñarlos, para escapar y volar a cualquier parte, donde sea. Exista o no, no importa. Soñar despierto no admite normas. Uno se deja llevar.

Dejar nuestro trabajo y dedicarnos a viajar y dormir en pequeños hoteles con encanto de esos que solo salen en la revista Traveler, vivir en una mini casa en medio de la nada o hacer un road trip por carreteras que solo están en nuestra cabeza.

Soñar es ver caer el otoño en un bosque imaginado por nosotros, saltar desde un acantilado y salir del agua como una sirena, tomar una copa de vino que nunca se termina, poder manejar el tiempo a nuestro antojo, mandar a la mierda todo aquello que no nos hace feliz…

Soñemos en ser felices sin pretextos, en vivir sin preocupaciones, en escuchar el silencio con solo un chasquido de dedos, ver las estrellas de cerca o volar sobre un vacío que más que miedo nos proporcione coraje.

Los planes son tan infinitos como nos permita nuestra imaginación. Mundos diseñados por nosotros en donde estar un rato y en donde uno pueda ser un poquito feliz siendo quien es, pero mejor, porque en los sueños todo es mejor.

Es necesario poder acceder a ese mundo al que solo nosotros tenemos acceso, una entrada sin portero en la puerta que nos eche para atrás, en donde poder entrar con calcetines blancos y en pijama si uno lo desea. Un mundo que resurge de sus cenizas una y otra vez cual ave fénix, siempre diferente, siempre atento a nuestros deseos. Un mundo a nuestra medida. Disfrutémoslo. Soñar es gratis, también necesario.

Danae