El verano se divide entre los que se van de vacaciones y los que trabajan pensando en irse de vacaciones. El sol, el ambiente veraniego, las terrazas y los turistas que chupan del sol, del ambiente veraniego y que ocupan tu terraza favorita… todo impulsa a pensar en vacaciones y desconectar.
Todo esto está muy bien. La vitamina D, esos conciertos de por la tarde en mitad de la ciudad que ameniza tus compras, correr para llegar antes a la única mesa que está quedando libre (y esperar pacientemente a que la gente que había sentada en ella recoja todos sus bártulos), las cervezas con sus patatas, las conversaciones hasta tarde a pesar de tener que ir mañana a trabajar. Es lo que tiene el verano que te da pereza todo salvo estar en la calle con los amigos hablando de nada en concreto. Pero resulta que el verano son como la semana antes de Navidad: todo está lleno de gente y eso acaba por agobiar. Por lo menos es lo que le pasa a una servidora, que parece que nadie tiene casa y estamos todos en la calle, siempre, a todas horas.
Con tanto ajetreo uno necesita un poco de silencio, tomarse un descanso… en casa con un libro y desconectar de todo ese ruido que, en ocasiones, hace que nos duelan los oídos. Quien tenga la suerte de disfrutar de dicho momento en la tranquilidad de su terraza, perfecto; si no, siempre podemos sacar los pies por la ventana. No hay excusas que valga. Qué queréis que os diga, llegar a casa después de trabajar, abrirme una cerveza bien fría y tirarme en el sofá con un libro es impagable, tanto como el de manta+peli+algo calentito en las tardes de invierno.

Todo tiene su momento, cada estación tiene su actividad y en verano, con tanto movimiento a uno le entran ganas de quedarse quieto unos minutos. Cuando aún es de día pero ya el sol comienza a caer, abrir un libro es suficiente para que se produzca la desconexión con el mundo real. Así de fácil, cómodo y barato.
Disfrutemos de la soledad, de las historias ajenas, de los puntos y aparte y de todo lo que nos puede aportar ese descanso en donde solo nos importa la historia que tenemos entre manos.
Sed buenos
Danae