Igual. Diferente

Salir todas las mañanas a la misma hora me permite observar a la misma gente que, como yo, se encuentra en la calle o que, como yo, se desplaza en autobús.

Mientras espero a mi autobús, veo al chico chico pelirrojo que se parece a Ed Sheeran y que debe de estar harto de que todo el mundo le diga que se parece a Ed Sheeran; algunas veces me acompaña en la espera y otras le diviso en la parada de enfrente. Cuando llega el bus, subo y saludo al conductor con su cara seria, me hace pensar que necesita mucho más café del que se ha bebido en su desayuno temprano. Me coloco donde puedo, casi todos los asientos están ocupados por estudiantes de instituto que miran embobados sus pantallas de móvil, mientras otros escuchan su música en unos cascos que les permiten aislarse de todo lo que les rodea. El que parece ausente de todo es otro pelirrojo que está enfrascado en sus propios pensamientos y que a veces me mira, seguramente preguntándose porqué le observo tanto. No es nada personal.

Nick Turpin
Nick Turpin

Mientras el autobús se mueve, veo pasar al mismo chico que dirige sus pasos a la universidad siempre en vaqueros y camiseta blanca de manga corta, no importa si es febrero o mayo. Camina por las calles con la misma naturalidad con la que cruza los brazos, tal vez porque tiene frío y no quiere admitirlo o simplemente porque nunca sabe qué hacer con las manos.

Paramos en la que durante años fue mi parada. Esperan unos estudiantes para ir a la Facultad de Medicina, algunos con la tostada que les preparan en la cafetería de su residencia aún en la mano, otros todavía con legañas en los ojos y también los hay ajenos al hecho de que aún es demasiado pronto como para tener tanta energía. Una parada después, puedo ver a esa chica, también estudiante de medicina, que aún no ha encontrado la base de maquillaje que más le favorece y que le hace parecer mucho más morena de lo que realmente es. Ya dará con ello.

Mientras yo pienso en mis cosas y observo a quienes me rodean, llego a mi destino que, resulta ser el mismo que el de todos esos futuros médicos y me hacen sentir tan mayor. Y así me paso los días, corriendo a la parada para no perder el autobús, observando, escuchando esas conversaciones que tanto se parecen a las que tenía yo en la universidad y dándome cuenta de que la rutina no es tan aburrida como nos hicieron creer.

Sed buenos
Danae
 

*Esto lo escribí hace unos meses. Ahora cojo el autobús en mi antigua parada, más pronto que antes y con las ojeras más pronunciadas. Ya no hay estudiantes de medicina o, por lo menos, no los que solía ver yo. Hoy los rostros son diferentes, la mayoría refleja cansancio como es normal a estas horas. Distinta hora, mismo recorrido, todo ha cambiado.