La esperanza es algo extraño

Comenzar un nuevo año es sinónimo de esperanza. Volcamos nuestras ilusiones en los 365 días que tenemos por delante. Parecen muchos, pero no son nada.

La esperanza suele surgir en los momentos más bajos, sin embargo, siempre que estrenamos un nuevo año sentimos o más bien deseamos que todo vaya mejor, pero es cosa extraña esto de la esperanza, porque a veces hace acto de presencia de una forma que ni lo esperamos ni siempre somos capaces de ver.

Hace unos días me fijé en uno de los pisos del edificio de enfrente. Acostumbrada a ver las ventanas iluminadas por la luz procedente de las televisiones, me llamó la atención ver a un hombre sentado inclinado hacia delante, dando pequeñas pinceladas en el lienzo que tenía frente a él. Con cuidado y mimo, despacio, como si tuviera todo el tiempo del mundo. Yo, desde mi sillón, le observaba ignorando el libro que tenía sobre mis piernas, viendo cómo, de vez en cuando, se echaba hacia atrás para ver a cierta distancia el resultado de su trabajo. El frío me hacía acurrucarme aún más bajo la manta mientras le observaba y los minutos transcurrieron disimuladamente, como si tuvieran cuidado de no molestarme. Y sentí esperanza, claro, de vivir más momentos de paz como ese, y también de que hay vida más allá de las pantallas de televisión.

Hoy, desde mi cocina, he visto en una de las ventanas que dan al patio interior a un niño con la frente apoyada en la ventana, observando cómo la lluvia golpeaba con fuerza sobre los tejados, saltando de alegría… Le he visto también soltar su vaho sobre el cristal y dibujar figuras en él. El cristal como un lienzo en blanco, como su vida, solo que aún no lo sabe. Y como la nuestra claro, porque el lienzo nunca se acaba y es en él donde imprimimos esa esperanza que tanto tenemos en los nuevos comienzos.

Convirtamos la esperanza en algo tangible y no en un simple deseo, fijémonos en esos gestos que van más allá de la cotidianeidad y pensemos que en ellos hay más de lo que se ve: un futuro aún sin escribir. Tengamos esperanza en que lo pasado ha servido para algo y que la vida de siempre puede ser tan diferente como nosotros deseemos que sea.

A estas alturas del año recién nacido, con nuestro saco de propósitos hasta arriba, no nos obsesionemos tanto por gimnasios y dietas y centrémonos en conseguir lo único que importa: vivir.

Danae

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