Hay quien dice que dormir es un arte, no sé quién, puede que alguien que pasara por aquí y se diera cuenta de que, efectivamente, se trata de una actividad que no todo el mundo llega a dominar.
Para quienes llevamos toda la vida luchando contra el insomnio, más que sorprendernos con su llegada, la esperamos con una frustración calmada. La situación no siempre es tan mala, pero dormir es un privilegio que los insomnes saboreamos solo en ocasiones especiales que ni siquiera vemos venir.
Para muchos, dormir consiste en meterse en la cama, cerrar los ojos, esperar unos minutos y hasta mañana. Para nosotros, los insomnes, la cama no es un lugar en donde sentirse a salvo, más bien se trata de un torbellino de sábanas que se enredan en nuestro cuerpo, es incertidumbre, un abismo de frustraciones, una noche eterna que, en realidad, no dura tanto, a veces sí. No hay nada seguro.
En estas noches eternas, la vida es diferente: los ronquidos ajenos los tomamos como un mensaje de burla de quienes descansan ajenos al mundo que les rodea, el silencio roto por el ruido de la nevera, la oscuridad de la habitación que cae pesadamente sobre nuestro cuerpo… Y a cada hora, un sonido diferente, una sensación distinta.
La desesperación solo hace presencia de forma ocasional, ya nos hemos acostumbrado a todo eso, si es que uno puede llegar a hacerlo y, sin saber cómo, el sueño del insomne se convierte en algo propio, personal y totalmente consciente. Sueños que, en ocasiones, son aún más inverosímiles que los que fabrica nuestro inconsciente, o que nos envuelven en preocupaciones por un futuro que aún no existe. Todo es posible.
Pero toda noche eterna también llega a su fin y, a medida que pasan las horas, la oscuridad se desvanece y la luz entra tímida por entre los huecos de la persiana, y el vacío de la noche cerrada comienza a llenarse de sombras que anuncian un nuevo día para el que aún no estamos preparados.
Escribo todo esto escondida bajo la manta, procurando no molestar demasiado a la oscuridad con la luz de mi móvil. Sin querer molestar, tranquila, cansada, ojerosa, escuchando el sonido de una mañana que amanece demasiado despacio, ahogando en mi almohada las preguntas acerca de la causa de este insomnio crónico que hincha mis ojos, crispa mis nervios y me permite escribir lo que de otra manera no podría.
Danae