La promesa del año cumplido

El año pasado decidí convertir mi cumpleaños en mi particular Acción de Gracias. También escribí mis años en letras para convertirlo en una promesa y no en una sentencia. No sé si esto tiene algún sentido para los demás. En ocasiones, lo que para uno es una creencia férrea, para otros es solo aire.

A lo largo de todo este año he sido consciente de que dar las gracias es, además de un acto de generosidad en sí mismo para uno y para los demás, un modo de seguir la evolución de nuestros pasos, contemplar los obstáculos superados, la ayuda recibida. Agradecer nos ayuda a conocer de forma más profunda nuestras vulnerabilidades y fortalezas. El agradecimiento es un mapa donde vamos marcando lo bueno sobre lo malo.

Sigo evitando escribir mi edad con números porque soy de letras y me gusta la idea de mantener una promesa en el tiempo sin ni siquiera necesitar formularla con palabras. Una promesa hecha por mí para mí, y que me ayuda a fortalecer ese vínculo conmigo misma que a veces se vuelve débil.

Me gusta esa costumbre de agradecer porque me doy cuenta de lo mucho que avanzo aunque en ocasiones el paisaje sea similar y los cambios apenas sean perceptibles. Y me digo que no decaiga y tire hacia delante, que cuesta sí. Claro que cuesta, pero que tire, aunque sea temblorosa, con mis miedos y mi ansiedad, compañera de vida, pero que tire. Y siempre me sorprendo de mi fuerza.

Estos últimos días, he bromeado con la idea de que cumplo treinta años, a pesar de que los dejé atrás hace tiempo. Será que sigo sin despegarme de esa idea absurda de no haber conseguido lo que se suponía debía tener a mi edad, aunque sigo sin saber de qué se trata.

Cuesta no compararse, cuesta no mirar atrás y no juzgarse por los errores. Seguramente no somos quienes creímos que íbamos a ser, ni hemos seguido el camino que trazamos en una hoja de papel. Es muy posible que no tengamos nada que ver con cómo éramos. También que las circunstancias hayan sido más duras de lo que pensamos en un principio y, sin embargo aquí estamos: con treinta y tantos y buscando la forma de ser mejores. Es complicado, ya lo sabemos. Vivir y ser amable. Con los demás, con nosotros. Por eso considero tan importante dar las gracias. Convertirlo en acción y no dejarlo en una teoría ignorada. Para no olvidar. Para seguir.

Danae