Dicen que leer es sexy. Quienes lo dicen suelen representarlo con fotografías de Marilyn Monroe o Gregory Peck, pues hombre, sí es sexy, pero también trampa ¿no? Porque a Gregory lo veremos sexy con libro y sin él. Otro factor que supongo que afecte es lo que se lee porque, ya lo siento, no es lo mismo ver a una persona enfrascada en la lectura de un libro que de otro. Y no es lo mismo porque, seamos sinceros, el contenido también tiene mucho que ver -porque si no, no nos meteríamos tanto con Paulo Coelho ¿verdad?-
No sé si leer es sexy, pero lo que sí sé es que hay algo de atractivo en ver a una persona concentrada en su lectura y, como buen voyeur, observar sus reacciones intentando averiguar de qué va el libro simplemente por los gestos de su cara. Es una concentración tal el que vive el lector, que el observador no puede más que seguir mirando hasta ser pillado.

Leer parece convertir a una persona en atractiva, no me refiero desde el punto de vista amoroso ni sensual, nada de eso. Sin importar la edad ni el sexo ni nada, ver a alguien leer nos da en el ojo, tal vez sea porque nos hemos acostumbrado a ver a la gente jugar con el móvil y encontrarnos a alguien que sostiene un libro nos llama la atención. Sin importar demasiado la razón, solo sé que sin darnos cuenta nos fijamos en esa persona que lee. En el bus o en el metro, en la sala de espera o mientras camina, leer es una actividad digna de hacer y de observar con descaro, porque ver leer gusta.
Leer es adictivo porque te lleva a otros mundos, aunque sea a través de los gestos de quien sostiene el libro.
Sed buenos
Danae