Mi cuaderno, la cerveza y yo

Estos días atrás he estado de mudanza. Muchos ya sabéis lo que significa eso: bolsas, cajas, estrés, enfados y limpieza de una casa que ha dejado de pertenecerte. Una vez que he pasado todos mis trastos a otra casa y los he dejado desperdigados por todas partes con la esperanza de que se organicen solos, me invade una sensación extraña. Estoy terriblemente cansada pero soy incapaz de quedarme quieta, de sentarme y de dejar que el caos siga siéndolo durante un rato más. Tengo que seguir haciendo cosas, ir de un lado a otro, colocar, descolocar, volver a colocar y darme cuenta de que todo está hecho tan desastre como al principio. He estado un buen rato buscando palabras que encajen entre sí y logren explicar lo que se cuece dentro de mí y solo he alcanzado a denominarlo cansancio nervioso y eso no sé si tiene algún sentido.

Así que después de recolocar lo que he podido en el piso en la que descansaré por una corta temporada hasta que mi piso esté listo para vivir -llamada casa de mamá- y de limpiar mi antiguo piso, he metido un cuaderno en la mochila y me he ido a dar una vuelta porque era incapaz de asentar el culo en ninguna parte.

Después de un breve paseo en unas calles rebosantes de gente por este verano prematuro, he entrado en un bar vacío, con música de esa que me gusta y  con las conversaciones de los camareros como verdaderos protagonistas.

anouk aimee
Anouk Aimée

Hacía mucho que no entraba sola a un bar para escribir solo por el placer de hacerlo y, en el momento en el que he abierto mi cuaderno, me he dado cuenta de lo mucho que lo echaba de menos. Solo mi cuaderno, mi cerveza y yo, como en los viejos tiempos. He sido consciente de que a veces solo es necesario un cambio de escenario para ver las cosas si no más claras, sí desde otra perspectiva. Nos acomodamos, mismo lugar de siempre para hacer lo acostumbrado y estamos tan cómodos que se nos olvida que hay asientos igual de confortables en otros lugares y que pueden ofrecernos un nuevo punto de vista de un mismo paisaje.

Ese cansancio que me impedía relajarme se ha difuminado al sentarme en una silla que no conocía. Puede que también haya contribuido la música de ambiente que parece sacada de una de mis listas de Spotify,  un bar vacío alejado del murmullo de la calle o la cerveza que me ha ido refrescando lentamente con cada trago; o que, simplemente lo único que necesitaba era desconectar en un lugar diferente, volver a la soledad de un bar con una cerveza, mi cuaderno de notas y conmigo misma.

Sed buenos
Danae