No matemos el tiempo

Lo hemos conseguido. El estado de alarma ha terminado en España. Volvemos a la normalidad. Por favor, nada de nueva normalidad. Me horroriza ese concepto. Normalidad a secas. Así que ya estamos aquí. En verano. Casi normal. Nos enfundamos el traje de baño y lo dejamos todo sin mirar atrás.

En unas pocas semanas, todo lo vivido en estos últimos meses pasará a ser un recuerdo lejano, un mal sueño para muchos. No debería ser así, pero lo será. Debo de ser de esas  personas que pertenecen al grupo de quienes piensan que de de todo esto salimos igual que como entramos. Algunos nos llaman pesimistas. Ya veremos.

Hemos dejado atrás el tiempo que nos fue dado, los planes que diseñamos para un futuro que ya es presente, las lecciones fáciles que ya no recordamos, las frases en las que nos apoyamos, los cursos gratuitos que nunca llegamos a empezar. Hemos dejado atrás la compra masiva de papel higiénico, los miedos apocalípticos, las ansiedades, el exceso de información, las limpiezas enfermizas. Hemos vuelto a la normalidad, mascarilla en boca, pero poco queda ya de todo de aquello

No matemos el tiempo. Por favor. No matemos el significado de los aplausos que fueron la banda sonora de nuestra vida, no matemos la vida diferente, las nuevas experiencias,  los nuevos objetivos, el miedo, la vulnerabilidad… no las matemos. No matemos las amistades a las que nos aferramos en los momentos de soledad; la propia soledad, no nos olvidemos de ella ahora. No matemos el ejercicio que nos impidió que nos acomodáramos, los saludos desde el balcón, cocinar nuevas recetas, las ansias de aprender, la curiosidad… no las matemos. No matemos la cultura que nos hizo respirar, la música que nos llevó a bailar por pura necesidad, la poesía que nos provocó suspiros, las películas de una tarde cualquiera, no las matemos. No borremos de la memoria lo que nos hizo sufrir, reír, vivir. Lo que nos hizo vulnerables. Humanos.

No matemos el tiempo. El que tuvimos. El que tenemos en nuestras manos. No matemos nuestras voces pasadas que ahora se escuchan lejanas y débiles. No matemos los sentimientos que se alzaron en mitad del caos. No matemos la vulnerabilidad que nos hizo fuertes y diferentes y mejores, y nos animó a buscar nuevos horizontes y otros caminos para llegar a ellos. No matemos quienes fuimos, quienes quisimos ser. No matemos el tiempo que nos permitió ser.

Danae