Nostalgia

He leído que la pandemia nos está convirtiendo en auténticos nostálgicos. La prueba la tenemos en las redes sociales, en donde compartimos fotografías de cuando la vida la sentíamos como tal. No es que cualquier pasado sea mejor, es que el presente nos parece una mierda.

Vemos todas esas fotos y recordamos, porque para eso están. Para recordar. Echamos mano del móvil y nos deslizamos por esa galería de imágenes infinita, y aparecen las cervezas con los amigos, las salidas nocturnas, los besos, los encuentros familiares… esa alegría que a lo mejor no lo era tanto, pero nos da igual.

Observamos todos esos recuerdos y de pronto nos sentimos más mayores, más cansados… con lo bien que estábamos antes, como si la pandemia nos hubiera robado diez años de nuestras vidas.

Nos hemos vuelto nostálgicos porque nos hemos dado cuenta de que efectivamente el futuro es incierto, y de que no hay que dar las cosas por sentado. Es muy posible que dentro de unos años nos olvidemos de todo esto o que lo recordemos como un mal sueño. Somos así, preferimos olvidar lo que nos duele antes que aprender de ello. Por el momento, miramos al mañana con recelo. Ya no nos fiamos del futuro, ya no decimos con la boca grande un «todo pasará», por si acaso. No nos vayamos a decepcionar de nuevo.

La nostalgia es anhelar, echar de menos. ¡Vaya si echamos de menos! Echamos de menos vernos las caras, reconocernos a golpe de vista, abrazar sin miedo y besar y compartir bebida y yo qué sé cuántas cosas más. Por eso nos aferramos a todo aquello que nos recuerda aquella época «normal», porque necesitamos sentirla aunque sea de lejos.

No deberíamos mirar al pasado pensando que fue mejor, sino orgullosos de ver todo lo que hemos caminado. Orgullosos de que, a pesar de todo, hemos cambiado a mejor, que ya no somos los mismos. Si no hay evolución en nuestra mirada, si nada de esto ha servido para ser mejores, no sé qué coño estamos haciendo.

No retrocedamos en el tiempo para lamentarnos sobre lo mal que estamos ahora, es posible que antes no estuviéramos tan bien como pensamos. Si queremos retroceder, que sea para ver el camino andado, no para regodearnos en lo que no podemos disfrutar.

Sabiendo todo esto, tal vez sea el momento de esforzarnos para convertir el ahora en un pasado que queramos recordar. Trabajar en nosotros para que, el día que todo acabe, miremos todas esas fotos con una sonrisa de satisfacción y no con una nostalgia que roce la melancolía.

Danae