Olvidemos los «todavía»

Los días pasan deprisa. No hay duda de eso, lo que ocurre es que no nos damos cuenta hasta que todo acaba. Ya han pasado nueve días del nuevo año. Aún es pronto, nos decimos. Todavía queda mucho tiempo por delante. No debería existir el «todavía» en nuestro vocabulario. Todavía es enero, todavía es lunes, todavía estamos en el comienzo… y, así, sin darnos cuenta, el «todavía» se convierte en pasado.

Puede que algunos para evitar esos «todavía» y esquivar la pereza, escojan los primeros días del año para informar de sus intenciones a este 2022. Es el paso lógico, si los finales son para repasar, los principios son para planear y organizar, y vaya si lo hacemos. Los comienzos nos llenan de energía, estamos excitados; somos invencibles a la pereza, el cansancio y la frustración.

Todo lo nuevo nos llena de esperanza y de fuerza. Cada año compramos la agenda de rigor. Una agenda virgen, impoluta, expectante de proyectos, organizadora de actividades, temerosa de obligaciones. Una agenda que ayude a canalizar todo lo que tenemos preparado para este año también virgen, ansioso de aventuras, de alegrías y de retos que poder saltarse a la torera.

Desde hace unos años uso dos agendas: una para mi trabajo y otra para mis proyectos personales. La una lleva los días impresos, la típica agenda escolar en donde apunto todo aquello que necesita ser recordado. En la otra, no hay números ni días de la semana, solo huecos para rellenar, porque cuando la empecé por primera vez ya estaba a mitad del año.

En ese segundo cuaderno apunto mis pequeñas batallas. Anoto cada paso que he de seguir, alguno incluso después de llevarlo a cabo porque no siempre me acuerdo de incluirlo. Incluyo hojas sueltas en donde escribo ideas que no tengo claro donde guardar y post-it, post-it por todos lados. A mediados de julio, cuando termino la agenda, echo un vistazo rápido. Ni siquiera leo lo que hay escrito, solo me fijo en los «hecho» de las actividades y en las tareas que salieron del papel y se convirtieron en una realidad. Una forma como otra cualquiera para animarme a seguir y empezar con ganas la siguiente.

Lo nuevo nos da esperanza, trae consigo ganas, ilusiones y unas fuerzas renovadas fruto de la sugestión del comienzo de un nuevo año. No importa, lo que importa es mantener esa motivación inicial, dejar de lado los «todavía» para evitar que las ganas se vuelvan pasado.

Danae