Otro último otoño

Siempre he celebrado la entrada al otoño. Junto con el invierno, es una de las estaciones que más me gustan. Otoño e invierno. Ambas. De la mano, consecutivas y sin tiempo para digerir el paso de una a otra. 

Con el paso de los años y un cambio climático que tropicaliza el norte a su antojo, el otoño ya no es lo que era. Las hojas de los árboles se toman su tiempo antes de cambiar su verde por marrones, amarillos, rojos y naranjas, y cada vez hay que esperar más a su caída al suelo para poder pisar esa alfombra de hojas crujiente, sonora y atractiva. 

Hace unos días llovía, el cielo estaba gris, la temperatura había bajado y hacía falta algo más que una chaqueta fina para protegerse de un frescor que casi nadie sabe cuando va a venir y a todos sorprende. 

Hoy, sin embargo, igual que ayer, el sol brilla fuerte y el calor de nuevo nos lleva a despojarnos de la ropa de un entretiempo que parece haber dejado de existir. Observar los escaparates de las tiendas con ropa invernal, me hace sentir desubicada, como si alguien se hubiera equivocado de época.

Si comenzamos a suponer, a estas alturas el aire debería ser menos pesado y tangible, no deberíamos notarlo sobre nuestros hombros, pero aquí estamos en pantalón corto y el abrigo cerca, por si acaso. Ahora nuestra ropa invernal, veraniega y de entretiempo está dispuesta en el armario porque ya no sabemos qué nos vamos a encontrar.

Debería asumir que esa época de colores tierra tal y como la conocemos no va a regresar, pero no puedo evitar reaccionar como una niña y desear el otoño que quiero. Una época de transición hacia el frío que nos hace subir los cuellos del abrigo hasta las orejas, en donde el color toma protagonismo y uno pisa sin cuidado las calles mojadas por la humedad nocturna. Un otoño de esos que nos lleva a buscar refugio en el interior de las casas, amigas o propias, bajo la manta y toma bebidas calientes que nos temple el cuerpo.

Tengo el triste presentimiento de que el otoño acabará desapareciendo. Cada año pienso que este será el último porque cada vez se parece menos a lo que fue. Lo único que prevalecerá será el nombre, pero solo para mantener intacta esa manía nuestra de etiquetar y diferenciar una cosa de otra. Sin embargo, temo que dentro de poco el otoño solo exista en los libros y las canciones.

Danae