¿Os lo habéis preguntado alguna vez? Yo me lo planteo muy a menudo. Qué hacemos aquí si es que hacemos algo.
En estos momentos llueve a cántaros, el cielo está de color gris oscuro, escucho truenos… otoño en agosto, por decir algo. Tengo la ventana de la cocina abierta como de costumbre, no debería por la tormenta, pero ahí la tengo, inconsciente de mí, dejando que el aire fresco se lleve el calor que tanto sueño me ha robado.
Frente a esta misma ventana, a través de la cual observo atontada la tromba de agua que cae, estaba el otro día a la 6:10 a. m. Incapaz de conciliar el sueño después de una hora dando vueltas en la cama, me levanté a la cocina, subí la persiana con cuidado para ver las ventanas iluminadas de quienes tampoco duermen. Por consolarme, supongo. Solo había una ventana iluminada en uno de los edificios de enfrente. Solo una. La oscuridad se me hizo inmensa. Normalmente puedo ver varias ventanas iluminadas, esta vez no. Náufragos en la noche, pensé. También luciérnagas, por qué no. Por ser, a esas horas podemos ser lo que queramos.
Responder a qué hace una chica como yo en un lugar como este puede ser tan sencillo como complicado. Tan sencillo como decir que observo a través de la ventana; tan complicado como afirmar que, en momentos así, me encuentro a mí misma. Y es complejo porque como dijo Pablo Neruda:
Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar indefectiblemente te encontrarás a ti mismo, y esa, solo esa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas.
Qué suerte tengo que en aquella hora de oscuridad me sintiera tranquila y en paz. Qué suerte tengo que en aquella madrugada tardía, a pesar del cansancio que auguraba una jornada de trabajo eterna y del escozor de mis ojos, después de observar esa oscuridad incierta, me sintiera feliz escribiendo en mi pequeño portátil y tomando un té.
Si no me hubiera despertado temprano, si no me hubiera levantado rendida después de la lucha contra el insomnio o si no hubiera abierto la ventana en busca de aire fresco, no hubiera sentido la inmensidad situada en el mismo centro de mi ciudad. Tampoco estaría escribiendo estas líneas ni tampoco podría contestar que, lo que hace una chica como yo en un lugar como este, es observar, aprender y escribir.
Danae