Muchos de nosotros hace mucho que no escribimos una carta que comience con «Queridos Reyes Magos» – es muy posible que haga mucho que no escribimos una carta en general- pero la ilusión parece no desvanecerse del todo. En el fondo, nunca dejamos de ser niños.
Hace ya algunos años que en mi casa no celebramos los reyes, no hay ningún motivo en concreto, simplemente preferimos regalarnos las cosas a lo largo del año, porque sí. Sin embargo, la noche de reyes siempre parece mágica, es como si nuestro niño interior mirara de reojo para ver si los reyes han venido ya. Y ese niño interior hoy utiliza las redes sociales para realizar sus peticiones a los Reyes Magos, y uno de los regalos que más piden todos esos niños interiores es autoamor. No hay mucho que los reyes puedan hacer con eso, ya que es algo que debe de salir de uno mismo, pero oye es algo que necesitamos tanto como los calcetines que nos regalan nuestras madres.
Autoamor es el quererse a uno mismo de toda la vida, pero parece que no toda la vida se le ha dado la importancia que parece que le damos ahora. Cada vez veo más esta palabra, y me parece maravilloso porque significa que le estamos dando la importancia que merece, pero lo que me preocupa como siempre es ¿perderá su sentido de tanto repetirse?. Quererse es necesario, pero no se va a hacer realidad solo por repetirla como un mantra. Quererse es trabajar en uno mismo. Todos los días. Sin excepción. Ahí es donde la mayoría cateamos estrepitosamente.
Pasa muy a menudo, queremos algo, lo repetimos, lo publicamos en todas partes e incluso lo sostenemos con un imán en nuestra nevera, pero su significado se dispersa con facilidad. El amor a uno mismo debe ser imprescindible y, sin embargo, es una de las asignaturas que más nos cuesta. Todos los años repetimos en esa materia, porque es difícil, porque es un trabajo continuo, porque no hay descanso y porque a veces no distinguimos entre autoamor y egoísmo.
Quererse es importante. Querer en general es importante. Lo más importante. Y puede que tanta publicación y positivismo nos haga perder de vista la realidad: quererse puede ser un camino complejo y jodido. Puede que necesitemos ayuda, que no siempre sepamos el camino a seguir y que se trata de un trabajo del que no se descansa ni los domingos.
Autoamor es una palabra preciosa. No la gastemos. No la exprimamos, seamos conscientes de su significado, grabémoslo en nuestro cerebro, en el corazón o donde se impriman esos conceptos que nunca deben abandonarnos y vayamos a por todas.
Dicho todo esto, y ya por pedir, queridos Reyes Magos si os pasáis por mi casa, dadme fuerza y salud que del resto ya me encargo yo.
Danae