Empieza la desescalada dicen. Estamos entusiasmados porque qué ganas de salir a la calle más allá del supermercado ¿eh?. Algunos antes de salir dejan el cerebro en casa no vayan a perderlo. Lo entiendo, es un bien muy preciado. También hay quienes salen con todas las precauciones y los que no se deciden a abandonar su hogar porque les asusta más la idiotez humana que el virus. Totalmente comprensible.
Vemos luz al final del túnel y toca preguntarse que nos deparará el futuro. El futuro, que nos acojona y nos da por pensar. Y para tener una pequeña sensación de control nos ponemos a analizar: qué se ha hecho bien, qué se ha hecho mal, qué más medidas se van a tomar, y entre medias a Fernando Simón le ha dado un ataque de tos en una rueda de prensa por comer una almendra que se ha hecho viral, cobrando protagonismo la almendra ausente, dejando en un segundo plano la información ofrecida por Simón. Todo correcto.
Qué. ¿Cómo va a ser el futuro? En realidad, esta pregunta nos la llevamos planteando desde hace varias semanas, pero de esta otra manera: ¿seremos diferentes después de esta crisis? Debe de ser costumbre nuestra adelantar acontecimientos y dibujar situaciones futuras sin tener idea de nada. Sé de lo que hablo. Podría sacar cincuenta finales de esta crisis, a cada cual más insólito y no acertaría ni queriendo. ¿Cómo va a ser el futuro? ¿Seremos diferentes? El primer día que se puede salir de casa, la policía se topa con treinta botellones solo en Madrid, si es que hay que querernos. Hay muchas personas a las que se les acaba la inteligencia antes del mediodía, pero también hay gente estupenda y maravillosa. Así que… ¿Qué? ¿Seremos diferentes?.

Hemos pasado por otras crisis, y la cosa no ha cambiado mucho. Será que no tenemos memoria. Será que preferimos echar la culpa a los otros y no asumir nuestra responsabilidad. Qué será, será… A veces el pesimismo -¿o es el realismo?- se apodera de mí y sentencio que no, que de aquí salimos igualitos que como entramos. Que para cambiar hay que esforzarse y hemos demostrado ser unos auténticos vagos. Sin embargo, tal vez, y aquí es mi ingenuidad la que habla; tal vez, este sea el momento perfecto para demostrar que merecemos la pena y que sí, que esta vez será diferente y que cambiaremos a mejor. Quién sabe.
Danae