Cuando llega el verano me siento como en un universo aparte. No me gusta el calor, ni la playa ni la masificación provocada por quienes vienen de fuera. No me gusta y lo que es peor, aún no he conseguido aceptar que esto seguirá así aunque yo lo rechace. En realidad, son muchas cosas las que no me gustan, tal vez por eso tengo una cabeza rica en historias, muchas de ellas sin final.
Creo realidades alternativas, vidas paralelas. Diría que estoy atrapada entre dos mundos, uno que a veces me resulta muy poco atractivo y el otro solo pertenece a mi imaginación. El aquí, el allí y yo en medio de ninguna parte.
La realidad a veces se me queda pequeña, puede que esa sea la razón por la que piense en historias protagonizadas por personas reales o inventadas en lugares en los que nunca he estado, e imagine fantasías que no dejarán de serlo por mucho que las perfeccione. Es posible que esa sea la razón por la que busque otros mundos, otras historias e invente recuerdos.
Como mis historias a veces no son suficientes o me resultan repetitivas -para eso también se necesita estar inspirado-, veo películas, series, a veces siempre las mismas, a veces en bucle como una canción de esas que te atrapan, y me sumerjo en las hojas de libros leídos y sin leer, para tomar prestadas las palabras de otros y vivir en realidades que yo no he sabido dibujar.
No siempre somos conscientes, pero somos muchos en un solo cuerpo. Debajo de estos huesos soy muchas personas, y siempre quiero ser otra más porque necesito algo más de lo que realmente soy. Deseo abarcarlo todo, hasta lo imposible y para eso hago uso de todo lo que tengo a mano.
No todo lo que se cuece por aquí arriba es bonito, más bien todo lo contrario. Lo habitual son preocupaciones y distopías futuras que seguramente no ocurrirán nunca, pero en las que no puedo dejar de pensar. También dibujo todas las opciones posibles ante un problema. Busco caminos y en numerosas ocasiones, me llevan hacia bosques oscuros y peligrosos. Sin embargo, lo otro, la luz que me lleva a escribir y a adentrarme en utopías más coloridas rebajan la intensidad de mis emociones negativas.
Todo esto lo digo porque es verano, y en verano me sumerjo en historias que transcurren en inviernos cerrados y en ciudades y pueblos nevados que reduzcan mi calor corporal y me hagan olvidar mi cuerpo pegajoso por el calor y la humedad del norte. Para eso están las otras realidades, no digamos que no son útiles.
Danae