En Navidad las redes se llenan de listas de las canciones más escuchadas, las películas más taquilleras, los libros más leídos o más vendidos o más valorados. También de los nuevos propósitos y de los objetivos cumplidos. Huyo de estas listas, sin embargo, pienso que a lo mejor debería hacer un repaso de lo que ha sido mi vida en este 2021.
Da un poco de miedo hacer esta retrospección, no vaya a ser que no me guste lo que vea, pero afirman que es necesario. Supongo que solo así uno sabe si no se ha quedado estancado en mitad de ninguna parte.
Para empezar, he sobrevivido, lo cual es algo que parece que cada vez se hace más complicado, así que me doy la enhorabuena. También me pregunto si he vivido, que es algo más difícil si cabe. Espero que sí, lo digo bajito no con la rotundidad con la que una desearía responder a este tipo de pregunta.
He participado en concursos literarios, enviado textos para colaborar en revistas y no he tenido ninguna suerte. He escrito, dibujado, aprendido a fabricar estrellas con pinzas para tender la ropa y por segundo, tercer o cuarto año consecutivo (no llevo la cuenta), no he escrito ningún propósito de año nuevo porque descubrí que solo por el hecho de formularlo era suficiente para no cumplirlo.
He mirado mucho por la ventana, he golpeado la pared para quejarme de la televisión del vecino, he vivido en primera persona aquello de que si algo puede ir mal, irá mal. He andado sobre granizo, paseado menos de lo que me hubiera gustado y, un año más, no me he puesto morena.
He mantenido un buen ritmo de lecturas, he aumentado peligrosamente mi tiempo frente al ordenador, he decidido cuidarme las arrugas causadas por la preocupación, he comprado poco y abrazado mucho.
No he conseguido ningún récord Guiness, he logrado hazañas personales que muchos considerarían nimiedades, sigo pensando que tomar una cerveza mejora el día a cualquiera y he mantenido un buen número de conversaciones absurdas de las que ya no me acuerdo.
Este año que entra solo deseo hacerlo mejor. He decidido no echar la culpa a los años impares o a ciertos días de la semana; tampoco al viento sur que tan mal me sienta o a cualquier otra cosa que mi superstición invente. Se termina un año y empieza otro, qué suerte poder verlo.
Danae