Saber o no saber, esa es la cuestión

Veréis, resulta que no me gusta leer las noticias- tampoco verlas u oírlas- pero me obligo. Así que las echo un ojo por encima, por decir que estoy informada, pero no es verdad. Me entero poco porque la mayoría de lo que percibo me sobrepasa. Así de claro.

Hace unos años pude comprobar cuánta verdad se escondía en la frase «la ignorancia da la felicidad«. Cuanto más sabes, más te das cuenta de lo mal que está el mundo, de lo cabrona que es la gente -no toda, claro está- y, para colmo, tienes la sensación de que debes hacer algo. Deprimente, lo sé.

Uno lee la portada del periódico y ve esos titulares: grandes, en negrita, destacando por encima de todo. Y solo se ve muertes, desgracias, maltrato hacia los animales, hacia las personas, hacia los océanos… hacia la vida en general, vaya. Y fútbol, claro. Mucho fútbol que comparte protagonismo con todas esas desgracias, políticos y toda esa actualidad que, en verdad, importa bastante poco. Resumiendo: drama y superficialidad en portada, juntas y revueltas, como la vida misma.

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No sé si la ignorancia da la felicidad, pero lo que sí sé es que cuanto más sabes, más infeliz eres o si no, te vuelve más indiferente. Es normal, no podemos procesar todo lo que vemos/leemos/oímos. Nos estallaría la cabeza. Por tanto, que tenemos que elegir entre infelicidad o indiferencia. Si elegimos lo primero, dicen que seremos más libres porque el conocimiento te ayuda a ser más abierto, ampliar horizontes y todo eso, aunque son muchos quienes lo utilizan para demostrar lo mucho que sabe y lo equivocado que está el otro. Pero esa ya es otra historia. Si escogemos la segunda, cogeremos toda esa información que incluye a personas, personas con sus historias y las convertiremos en números y palabras que pronto se desvanecerán en nuestra memoria. Todos hemos girado la cabeza hacia otro lado en algún momento de nuestra vida, es el mejor método para evitar el dolor. ¿Cuál elegir? Ni idea. Puede que lo mejor sea ir de una posición a otra para variar y no adormecernos en una indiferencia mortal pero tampoco amargarnos con tanta mala noticia.

Se me van los dedos escribiendo este texto y no tengo ni idea si estoy consiguiendo decir lo que quiero decir, ni si se me está entendiendo algo. Todo ha venido porque me he puesto a leer el periódico y me he dado cuenta de lo poco que sé y del miedo que me da saber más.
Sed buenos
Danae