Vivir como humanos

El otro día me topé con el titular de un artículo que se preguntaba ¿Cuáles son los colegios más sobresalientes de España? y continuaba con un Estos son los centros educativos que mejor preparan a sus alumnos para un futuro competitivo.

Al leer ese titular recordé una frase que solía decirnos mi madre: yo os he educado para que seáis personas. La gente suele reírse de este tipo de cosas, sobre todo en un mundo en donde parece que el valor de la persona depende más del currículum que del individuo en sí. Sin darnos cuenta nos olvidamos de nosotros mismos, de que nos componemos de algo más que objetivos académicos, de conocimientos y de trabajos. Sin saber cómo, dejamos de lado los valores, la educación, la empatía, para convertirnos en un soldado más que lucha por hacerse un hueco en el mercado laboral. La vida, al parecer, consiste en superar al adversario o quedarse en la estacada.

Yo siempre he sido de esos bichos raros a los que les gustaba estudiar, así que siempre me ha parecido bien eso de aprender y defiendo la idea de reciclarse para no quedarse atascado. El problema viene cuando te planteas la gran pregunta ¿Para qué? Para qué sirve tanto conocimiento si no logramos crecer como personas, si cada vez estamos más perdidos en un mundo que parece deshumanizarse más a cada minuto que pasa

Así que me encuentro aquí, reflexionando sobre un titular que habla de la formación maravillosa en colegios maravillosos para niños maravillosos (o no), cuando no somos capaces de convertirnos en humanos decentes. Y esto me lleva a otra maravillosa frase -hoy todo es maravilloso-, una de George Orwell que dice que lo importante no es mantenerse vivo, sino mantenerse humano. Siento deciros que en este tema, estamos fracasando estrepitosamente. Nos estamos deshumanizando amigos y, a este paso, nos acabaremos convirtiendo en máquinas. Sin darnos cuenta, de una manera tan silenciosa y disimulada que, dentro de no mucho, nos colocarán un botón de apagado en nuestro cerebro sin ni siquiera enterarnos.

El mundo necesita personas con conocimientos, bien formadas, pero también bien «sentidas».  Personas que sientan y lo demuestren, que empaticen con el de al lado, que se les revuelva las tripas ante las injusticias, que griten, no solo para animar a su equipo de fútbol preferido, también para señalar lo que está mal. Necesitamos alejarnos del automatismo del día a día, despegarnos del móvil, dejar de preocuparnos por intentar ser mejor que los demás en materia laboral y de ser los mejor preparados. Solo un rato. Dediquemos nuestros ratos libres para vivir. Porque queridos niños, aquí nadie parece haberse dado cuenta de que lo único que necesitamos es vivir como humanos.

Sed buenos
Danae