¿Y si nadie se presenta?

Hace poco terminé de leer la autobiografía de Harpo Marx y, entre las casi 630 páginas de las que se compone el libro, encontré un pequeño párrafo que quiero compartir con vosotros:

«Mi anécdota favorita de Thornton Wilder era aquella sobre una niña que le pregunta qué es la guerra. Wilder replicó:
-Un millón de hombres con fusiles salen y se encuentran con otro millón de hombres con fusiles y todos disparan y tratan de matarse unos a otros.
Ella se lo pensó un momento y preguntó:
-¿Y si nadie se presenta?
Y para eso, Wilder no tuvo respuesta.»

Qué, ¿cómo te quedas? Supongo que con la misma cara de tonto que se le debió de quedar al pobre Thornton. Venga va… ¿Qué pasa si nadie presenta? Es muy posible que el bando contrario se tome la ausencia como una falta de educación, pero en la guerra todo vale, así que no vayamos ahora a ponernos exquisitos.

Es una pregunta simple: si nadie se presenta, no hay guerra y todos ganamos. Peeeeero no es tan fácil y los entendidos en guerra nos dicen que hay multitud de causas que nos llevan a ella, ya sabéis, la coyuntura social y cultural de un país, la alineación de los planetas, y todo ese blablablá que nos dice bastante poco. Pero, entre tú y yo, aquí sabemos que todo se reducir a ver quien la tiene más grande, así que claro está la cosa como para contestar a la criatura

Los niños tienen el don de ponernos en evidencia, de incomodarnos con su sinceridad y  ¿qué hacemos nosotros? Nos reímos de sus «ocurrencias» cuando los críos tienen más razón que un santo. Ante sus preguntas (y respuestas) nos escudamos detrás de frases del tipo cuando seas mayor lo entenderás pero todos sabemos que ese día nunca llega. Por mucho que sumemos años no llegamos a comprender lo que sucede, lo que pasa es que nos apañamos pensando que el mundo está así  y que no podemos hacer nada, y ya con eso vamos tirando. Pero entender, lo que se dice entender, ni una palabra.

1957. William C. Beall

Tal vez este fragmento solo sea otro modo de recordarnos que, por nuestro propio bien, debemos estar más pendientes de los niños, conversar con ellos, escucharles y tomarles en serio porque, entre toda esa imaginación y deliciosa ingenuidad, estoy convencida de que se encuentra la clave para construir un mundo mejor.

Sed buenos
Danae