Es inevitable no pensar en el amor cuando es San Valentín. En realidad, es inevitable no pensar en el amor, así en general.
Los más puristas afirmarán que el amor no se piensa. Pero se hace, de la misma manera que no podemos no pensar en quien queremos. Es un hecho. El amor se piensa y se siente y se vive y se respira y se duerme. Punto.
San Valentín es el día de los enamorados, pero bien tendría que ser el día del amor, así a lo grande. Nos han hecho creer que la única forma de amar es estando en pareja. Sin embargo, habría que apostar por recordar la importancia de quererse uno mismo. Cuanto más nos queramos, más sano será el amor que demos y que recibamos.
No puede haber un te quiero sin un me quiero previo. Es cuestión de prioridades, primero uno mismo, luego el resto. Sin querernos bien, la relación, del tipo que sea, no será completa. Las carencias, las inseguridades, los traumas, todo lo que nos pueda romper por dentro, todo lo que nos impide querernos tal y como somos, con nuestras heridas abiertas y nuestras cicatrices; todo eso debemos abrazarlo, solucionarlo, aceptarlo, amarlo.
Nos empapelan nuestra rutina con discursos sobre el amor en pareja, dejando de lado a los solteros que, si queremos amor, parece que tenemos que adoptar un gato. Nos han hecho pensar que debemos querer a otro, vale, pero ¿y nosotros?
El amor engloba demasiado. El amor puede ser muchas cosas, nunca una sola. No hay un camino preestablecido ni manual de instrucciones, todo lo que nos puedan decir será desde un punto de vista concreto y no tendrá nada que ver con el propio. Si dicen que el amor es único es porque es solo de uno. El que uno tiene dentro. El que da. A quien lo merezca, a quien lo cuide. A nadie más.
Amor es conversar con tu pareja, es tomarte una copa de vino mientras ves tu serie favorita. El amor está en las croquetas de tu madre, en la tortilla francesa que te prepara ese alguien al volver de fiesta porque te mueres de hambre, en el abrazo de un amigo, en nuestra risa.
El amor es querer, es redundante decir esto, lo sé, pero necesario; y hay que empezar por uno mismo. Es muy complicado que puedan existir relaciones sanas si uno no se quiere bien, con locura y por encima de todo. Mirarnos al espejo y sentirnos la naranja entera independientemente de nuestro estado civil.
Danae